La Preservación de las Sagradas Escrituras

Por Calvin George

Las palabras de Jehová son palabras limpias, Como plata refinada en horno de tierra, Purificada siete veces. Tú, Jehová, los guardarás; De esta generación los preservarás para siempre. Salmos 12:6-7

Hubo momentos donde pareciera que la existencia de las Escrituras estaba en riesgo por negligencia, apostasía, y por violentos y determinados intentos de aniquilarla. A través de los siglos reyes, gobernadores, sacerdotes e innumerables edictos humanos han intentado en vano socavar la Biblia. Se ha “predicado” el funeral de la Biblia miles de veces, pero nunca se ha logrado enterrarla. La Biblia no es un libro ordinario. Ha sido declarado muerto, mas vive. El mensaje de sus preciosas hojas se sigue proclamando de mar a mar. Las Escrituras son eternas e indestructibles. Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos. Salmos 119:89

Cruzada tras cruzada ha sido organizada para exterminarla. En el año 303 d.C., el emperador Diocleciano creyó que había destruido todas y cada una de las odiadas Biblias. Después de muchos años de matanza y destrucción inigualable, erigió una columna de triunfo sobre las cenizas de una Biblia quemada. La inscripción de la columna decía: «El nombre cristiano está extinguido». Lo que él pensaba ser el crepúsculo que acercaba las tinieblas de la medianoche, en realidad era el amanecer resplandeciente de un nuevo día. El fracaso de su cruel intento ya era profetizado: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mateo 24:35

Cuando el monarca francés propuso la persecución de todos los cristianos en su reino, un viejo estadista y guerrero le dijo, «Señor, la Iglesia de Dios es un yunque que ha desgastado a muchos martillos.» Así que los martillos de los ateos han estado picoteando sobre este precioso libro por siglos, pero los martillos se han desgastado y el yunque todavía perdura. Hace ya mucho que he entendido tus testimonios, Que para siempre los has establecido. Salmos 119:152

El agnóstico Voltaire una vez dijo: «un siglo más y no quedará una Biblia en la tierra.» Dentro de 50 años de su muerte, su imprenta imprimía Biblias. Después de su muerte, la casa misma donde vivía fue comprada por una sociedad bíblica y convertida en un depósito para Biblias. ¡Qué ironía más grande! Se ha dicho que “Voltaire criticaba la Biblia, pero ahora todos leen la Biblia, y nadie lee a Voltaire!” Isaías 40:8 nos asegura: Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.

Sabemos del cuidado con el cual los escribas copiaban las Escrituras, hasta contando las mismas letras. Sabemos que en ocasiones llegaron a cometer errores, y quizás dos o tres otros copiaron el error, pero a la vez puede haber cientos de otras copias donde no aparece el mismo error, y podemos comparar los manuscritos y llegar a las palabras originales con mucha certeza. Podemos notar también la autoridad de los textos aceptados por la cristiandad a través de los siglos reflejado en las traducciones de la era de la Reformación basadas en el Texto Recibido. Los eruditos nos aseguran que no hay más que una palabra por cada diez mil que aún es dudada. Dios prometió preservar su Palabra, y creemos que ha cumplido su promesa aún a través de instrumentos humanos (como escribas y traductores). No solo preserva Dios a su palabra de la destrucción, (supervivencia) sino que también preserva su sagrado contenido. Creemos que no solo preservó el mensaje, sino las palabras. Aunque no tenemos los originales con el cual hacer comparaciones, al fin de cuenta creemos en nuestra Biblia por fe.

Han sobrevivido miles de copias de manuscritos griegos, hebreos y otros lenguajes, algunos de los cuales ascienden a más de mil quinientos años de antigüedad. Además, un cierto teólogo nos ha asegurado que aún si hubieran desvanecido los manuscritos griegos, se podría reproducir el Nuevo Testamento entero de los escritos publicados por los “padres” primitivos, con la excepción de tan solo once versículos.

Los reyes y gobernantes con sus decretos no lograron exterminar la Biblia. Los agnósticos no han logrado quemar ni siquiera una fibra del libro eterno con sus antorchas. Los científicos con sus microscopios y tubos no han logrado destruir su confiabilidad. Los dardos malignos de los ateos no han logrado penetrarla. Los burladores no han quitado ni siquiera una flor de su bello jardín. Los teólogos liberales no han cortado ni una rama de su bosque. Los escritores incrédulos no ahogaron ni siquiera una palabra con su tinta venenosa. ¡El libro vive aún! Mas la palabra del Señor permanece para siempre. 1 Pedro 1:25

La Biblia fue el primer libro impreso al inventarse la imprenta. Ha sido leído por más personas y traducido en más lenguajes que cualquier otro libro en la historia. Aunque millones de libros vienen y van, la Biblia es todavía el libro por el cual se miden todos los demás. Se han producido más copias de ella en su totalidad y más porciones y selecciones que de cualquier otro libro en la historia. La Biblia ha sido preservada por escribas y eruditos, por mártires y misioneros, por escritura laboriosa, y por imprenta cuidadosa. Todo cristiano puede leer y estudiar la Biblia con confianza, sabiendo que en verdad es la Palabra de Dios. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones. Salmos 100:5

¿Ha Preservado Dios su Palabra en Español?

No creemos que una traducción en particular es dada por inspiración de Dios, porque ninguna traducción fue dada en la misma forma que los escritos originales. Pero como es el caso en cientos de lenguajes, la Reina-Valera es una traducción precisa y autoritaria de las Escrituras preservadas en los lenguajes originales, y por tanto es la Palabra inspirada de Dios; no inspirada directamente, sino por derivación. Al usar la palabra derivación, nos referimos a una canalización secundaria que arranca de otra principal (los originales).

Nosotros los Bautistas fundamentalistas creemos que Dios ha preservado su Palabra en los lenguajes originales. También creemos que la preservación se extiende por derivación a cualquier lenguaje donde se ha hecho una traducción cuidadosa donde predomina el Texto Masorético del Antiguo Testamento y el Texto Recibido del Nuevo Testamento. No creemos que la Biblia en español a fuerzas tenga que conformarse a cualquier otro lenguaje, excepto los manuscritos en los lenguajes originales. Dios no favorece un lenguaje sobre otro. Sabemos que Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34). No se puede decir que Dios le ha fallado a Latinoamérica y España. La Biblia Reina-Valera 1960 y ediciones anteriores de la línea Reina-Valera han demostrado ser espadas agudas de dos filos.

Dios en su soberanía decidió no traducir su propia Palabra a otros lenguajes. Por tanto, Dios les ha dado a los hombres falibles el gran honor y la responsabilidad de traducir desde los lenguajes originales a los lenguajes vernáculos. A pesar de pequeñas fallas humanas de copiadores y traductores haciendo su trabajo cuidadosamente, Dios nos asegura: La Escritura no puede ser quebrantada. Juan 10:35

Por siglos la Iglesia Católica no confiaba a sus fieles con la Biblia. La iglesia romana se convirtió en el carcelero de la Palabra. Como resultado de cruentos edictos, miles de lectores de la Biblia fueron enviados por la Inquisición a la hoguera y a las llamas. Juan Antonio Llorente, quien fue secretario general de la Inquisición española, escribió declarando que para el año 1517, 13,000 personas ya habían sido sentenciados a la muerte durante un periodo de 36 años.

Muchos dieron su vida para que hoy podamos tener una copia de la Palabra de Dios en español. Entre ellos se encuentra Julianillo Hernández, quien providencialmente logró distribuir literatura cristiana y Nuevos Testamentos traducidos por Juan Pérez de Pineda en Sevilla, España. Se cree que algunas copias llegaron hasta el monasterio de San Isidoro, donde Casiodoro de Reina y su compañero Cipriano de Valera se convirtieron. Julianillo Hernández fue descubierto y aprisionado por la Inquisición en el año 1557. Tres años más tarde murió muerte de mártir, por su parte en distribuir la Palabra de Dios.

Después de convertirse, Reina y Valera huyeron del monasterio y de España, para nunca regresar a su tierra natal. Agentes de la Inquisición intentaron en vano capturarlos vivos en Europa. Frustrados, al cabo quemaron muñecos representando a Reina y Valera en Sevilla en el Auto de Fe del año 1562.

Aún el siglo veinte fue testigo de intentos maliciosos contra nuestra Biblia. Por ejemplo, en el año 1940 el gobierno español, impulsado por fuertes influencias de la Iglesia Católica, confiscó 110,000 copias de Biblias, Nuevos Testamentos y diversa literatura bíblica de una sociedad bíblica en Madrid y los destruyó.

Creemos que tenemos la Biblia preservada en español en la Reina-Valera 1960 y anteriores. Creemos que nuestra Biblia es tan confiable como la de cualquier otro lenguaje. La verdad es que tenemos una herencia gloriosa en nuestra Biblia en español. La historia de cómo llegó a nuestras manos la Biblia en español es dramática, pero a la vez muy bella.

¡Gracias a Dios por su don inefable!

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